Desconocida por muchos, pocas
fiestas hay sin embargo más genuinamente burgalesas como la fiesta de “Las
Marzas”. Se trata esta de una celebración que tiene lugar en la noche de
tránsito del febrero a marzo, aunque debido a la despoblación ha sido
trasladada en todos o en casi todos los casos al fin de semana más próximo.
En todo caso, las similitudes son mucho más importantes que las diferencias. En ambos casos se incardinan en el gran bloque de rondas petitorias del ciclo de invierno, que en nuestros lares son mucho más abundantes que las de verano. Tan y como se dice en el libro citado “intentar contestar a la pregunta de si la veta norteña es importación de la del sur o viceversa nos parece tarea inútil y, sin embargo, a demostrarlo se han dedicado muchos esfuerzos por mor del prurito provinciano, esfuerzos que se podrían haber dedicado a profundizar en el estudio de esta costumbre tan especial del norte de España”.
Esta fecha no es en absoluto
casual, ya que hasta la implantación del calendario Juliano se correspondía con
el fin de año. Así, aún tenemos rastros de la antigua distribución mensual en
las denominaciones de septiembre (séptimo mes), octubre (octavo mes) etc.. de
modo que febrero era el último mes y por ello era es el que se usaba y usa para
ajustar con el calendario solar. En definitiva, estamos ante la celebración de
fin de año precristiana.
Es bastante probable que dado el
origen de esta celebración, tuviese un significado propiciatorio de la
primavera, las cosechas o el buen tiempo. Serían tradiciones rituales muy
antiguas que han pervivido en las sociedades rurales cerradas porque
sintonizaban con sus intereses, deseos, inquietudes y aspiraciones, pues
propiciaban a alguna divinidad para lograr la fecundidad de las cosechas y de
los ganados.
Lo cierto es que por la razón que
sea, todos los registros encontrados nos hablan de una adaptación de la
festividad. Se trata (aunque en la mayoría de los casos habría que decir “se
trataba”) de un acto de exaltación de la juventud masculina. Eran los mozos los
que entonaban las canciones en periplos petitorios por la localidad. Petitorios
porque el aguinaldo de las casas era un componente fundamental de la
celebración.
El fuego de las hogueras, con su
atávica contribución, es también un elemento importante. Tras su encendido, se
apagan todas las luces y los mozos entonan sus cantos dedicados a la primavera,
a la mujer, a la petición de viandas y la despedida. Las alusiones a la
feminidad también son muy habituales, adquiriendo con frecuencia las tonadas el
carácter de “canciones del ronda”.
Por sorprendente que pueda
parecer, en el Cancionero Popular de Burgos se señala que el correspondiente
trabajo de campo contrastó indicios de celebración de la fiesta de las marzas
en casi 300 localidades de Burgos. Observando su distribución se observan
claramente dos áreas: la correspondiente a la mitad meridional y la
correspondiente al sector noroccidental provincial.
Se comprueba que estas áreas
corresponden en cierta medida con dos modalidades diferenciadas en cuanto al
formato, letras y entonación; siendo más homogéneas entre sí las de la mitad
sur provincial y más heterogéneas las del norte. Se observa en estas últimas
claras similitudes con las marzas que se cantan en la vecina Cantabria,
provincia esta que junto a Burgos es la que mayor implantación tiene de esta
festividad (aunque hay registros de canto de las marzas también en provincias
como Soria, Palencia, Valladolid, Segovia, Salamanca o Orense).
Lo cierto es que mientras en la
zona meridional a día de hoy podemos disfrutar de la celebración en un buen
número de emplazamientos, las marzas en la zona norte se encuentran
prácticamente desaparecidas más allá de los estudios etnográficos. Sin duda
esto guarda una importante relación con el hecho de que la despoblación ha
afectado de forma más profunda a este sector provincial.
Intentando paliar en parte esta
carencia, la Asociación Etnográfica “con las Alforjas al Hombro” recuperó hace
unos años la celebración en la localidad de Escalada. Gracias al trabajo de
campo se han podido recuperar fragmentos de marzas de otras localidades del
entorno, como Arreba, Población de Arreba, Moradillo del Castillo, Cilleruelo
de Bricia y algunos pueblos del valle del Rudrón.
Las imágenes de este artículo
corresponden a la celebración de este año, que tuvo lugar el pasado sábado. A
la misma acudieron personas del entorno más cercano, entre ellas alguna de los
pueblos citados. Lo cierto es que ya se llevan celebrando más de quince años,
en colaboración con la Junta Vecinal y el establecimiento de turismo “La Casona de Escalada”.
En todo caso, las similitudes son mucho más importantes que las diferencias. En ambos casos se incardinan en el gran bloque de rondas petitorias del ciclo de invierno, que en nuestros lares son mucho más abundantes que las de verano. Tan y como se dice en el libro citado “intentar contestar a la pregunta de si la veta norteña es importación de la del sur o viceversa nos parece tarea inútil y, sin embargo, a demostrarlo se han dedicado muchos esfuerzos por mor del prurito provinciano, esfuerzos que se podrían haber dedicado a profundizar en el estudio de esta costumbre tan especial del norte de España”.
Como muchas otras fiestas, “Las
Marzas” han tenido que adaptarse al signo de los tiempos, y no creemos que haya
sido necesariamente para mal. Las rondas y las peticiones han desaparecido en
la mayor parte de las ocasiones, dando paso a un cántico en la plaza en el que
ya no sólo participan los mozos, sino todos los vecinos y allegados del pueblo
que lo deseen; incluidas obviamente las mujeres.
Según el libro citado “El canto
de las marzas tiene hoy un sentido lúdico no tan alejado del que tuvo
anteriormente: una representación del recuerdo de la infancia de quienes lo
recuperan en su pueblo, incluyendo en muchas ocasiones la vuelta a este mismo
pueblo de quienes con la disculpa de cantar las marzas vienen desde la ciudad
para encontrarse con vecinos y amigos; para participar en una ronda colectiva
en la que todos pueden cantar independientemente de la calidad de sus voces.
Puede que incluso haya gente que
lo que busque sea sentirse parte de un grupo, que repite lo que durante
generaciones hicieron sus padres y abuelos. Si el reencuentro con los amigos,
las chuletas, la morcilla, el porrón y el canto consiguen hacer suficientemente
lúdica la celebración de las marzas, estas seguirán teniendo sentido, pues esa
finalidad lúdica es una de las que tuvo en su día”.
Como este año el cambio de mes
tiene lugar en el centro de la semana, varias localidades han decidido
trasladar la celebración al próximo fin de semana. Que nosotros sepamos en
Mecerreyes (con bastante probabilidad la más completa y auténtica de las que
quedan en la provincia), Campolara y Tordueles. Os animamos a participar en alguna
de estas celebraciones que nos sirven para entrar de algún modo en contacto con
nuestros antepasados y que en cualquier caso son una excelente manera de hacer
comunidad en nuestros pueblos cada día más pequeños.
Termino el artículo con un vídeo resumido del Canto de las Marzas en Escalada celebrado el pasado sábado.
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