Es difícil de sospechar, salvo
que nos informen previamente, que en la cara sur del Mencilla, a tan sólo una
treintena de kilómetros de Burgos, se encuentra uno de los barrancos más
interesantes de la Demanda burgalesa. Estamos hablando del barranco de arroyo
Matanzas, una cerrada y alargada garganta en la que, debido a la singular
orientación, el hayedo consigue competir con éxito contra las extensas
plantaciones de pino.
Dificultad: Media-Alta. La distancia es tirando a larga, y el tramo
final junto al río se puede hacer un poco pesado para gente poco acostumbrada.
El resto es pista muy cómoda y con desniveles escasos y llevaderos.
Orientación (sin GPS
con cartografía o track): Fácil.
Belleza: Alta
Tiempo y distancia: 5
hora y media (20 kilómetros)
Para llegar a Palazuelos de la
Sierra partiremos de Burgos por la
N-120. Poco antes de llegar a Ibeas de Juarros tomamos la
carretera que conduce hacia la comarca de Juarros. Ignorando todas las
derivaciones, y tras recorrer algo menos de 20 kilómetros adicionales en los
que dejamos atrás varias localidades, alcanzamos el pueblo citado.
Puntos de interés
Pueblo de Palazuelos. Bosquetes
de robles, en especial la zona de dehesa. Vistas hacia el centro burgalés,
Hayedos del barranco y torrente del arroyo Matanzas.
Descripción de la ruta
El pueblo de Palazuelos de la
Sierra guarda un buen puñado de elementos de interés etnográfico. De hecho le
dedicamos un artículo hace no demasiado tiempo. Independientemente del
paseo por sus calles, la ruta de hoy toma como referencia la iglesia
parroquial. Desde su ábside parten dos caminos asfaltados. Tomamos el de la
derecha durante unos metros, pero pronto encontramos un camino algo borroso en
la izquierda, con la señalización del sendero de largo recorrido GR-82, el cual
escogemos.
Dejamos atrás rápidamente unas
naves ganaderas y superamos una portilla de alambrada, mientras el pueblo va
quedando bajo nosotros. Siguiendo en todo momento la señalización, superamos un
área despejada para entrar en un extenso bosquete de roble. Poco a poco los
ejemplares van siendo algo más robustos.
Tras algo más de un kilómetro de
suave ascenso llegamos a un cruce múltiple. Tomamos el camino situado más hacia
la derecha. Al cabo de unos minutos llegamos a un área de verdadera dehesa, con
estupendos ejemplares que rondan los cuatro metros de perímetro de tronco. En
esta zona vemos como sube desde nuestra derecha un camino, el cual acompañamos
en su ascenso.
Seguimos subiendo sin excesiva
dificultad, de nuevo entre ejemplares más esbeltos. No mucho después llegamos a
una especie de vaguada. Tras girar a la izquierda afrontamos el tramo más
exigente de la ruta en cuanto a pendiente. Esta rampa más bien despejada nos
permite disfrutar, a nuestras espaldas, de la visión de buena parte del centro
provincial. En primer plano podemos llegar a ver los últimos metros del
barranco Matanzas, que recorreremos al final de esta jornada.
Tras un esfuerzo moderado
alcanzamos el llamado alto de la Cuerda, a 1420 metros de altitud. Además de
los perfiles de la sierra del Mencilla también podemos identificar otros
relieves característicos de la zona: la sierra de Mamblas, Peña Carazo… Tras un corto descenso
descubrimos a nuestra izquierda un cerrado valle en donde las hayas compiten
con el aparentemente omnipresente pinar de repoblación. Tras descender un poco
el camino que sigue esta arista retoma la subida, pero pronto nos encontramos con
una derivación en el lado izquierdo. Con esto dejamos por hoy el recorrido del
GR82.
El sendero serpentea suavemente
entre el arbolado, se asoma un poco hacia el barranco…y finalmente se sumerge
en el hayedo. Disfrutamos del largo y cómodo tramo por un camino bien
definido y prácticamente llano. Pronto los pinos desaparecen o son residuales
mientras las hayas dominan el entorno con sus tonos otoñales.
Tras algo más de dos kilómetros
los pinos vuelven a aparecer mientras las hayas se van espaciando cada vez más
hasta terminar cediendo. Pronto alcanzamos una zona más abierta, con una
especie de praderas de altura rodeadas por pinar en sus lados. El camino
transita por el límite entre la pradera y el pinar hasta alcanzar un
“multicruce”. Tomamos el camino situado más a la izquierda, siguiendo con las
praderas en ese mismo lado del avance.
Pasados unos centenares de metros
alcanzamos un cortafuegos. Lo tomamos hacia la izquierda para salir un poco
después del mismo también por la izquierda. De esta manera empezamos a retornar
por la vertiente soleada del barranco. Pronto los pinos ocupan ambos lados de
la pista cerrando casi en absoluto cualquier otra visión. Después de lo
anterior el entorno se hace monótono, aunque afortunadamente avanzamos rápido.
Tras varios kilómetros en los que
la pista sigue los entrantes y salientes del valle aparece en el lado izquierdo
un cortafuegos que desciende hasta el fondo del valle. Esta abertura en el
pinar nos permite por fin ver el lado más húmedo del valle, el que recorrimos
anteriormente, con sus preciosas manchas de hayedo en el pinar.
Decidimos bajar por el
cortafuegos hasta alcanzar el arroyo, que trae consigo una cantidad razonable
de agua teniendo en cuenta que estamos en otoño y ha llovido muy poco. De
hecho, posteriormente casi nos alegraremos de que no traiga mayor corriente,
pues será necesario vadearlo en numerosas ocasiones.
Empezamos a caminar paralelos al
cauce, pero no muy cercanos al mismo, buscando las borrosas trochas entre el
pinar. En la vertiente contraria el hayedo lo oscurece todo. Tras unos
centenares de metros con un avance con cierta dificultad, vemos cómo se nos une
desde la derecha un sendero que desciende hasta situarse muy próximo al cauce.
Tomamos el mismo y avanzamos con mayor fluidez, aunque la belleza del torrente
nos impulsa a tomar instantáneas de su fluir.
Tras un punto en el que el
sendero parece interrumpirse por una zona embarrada, vuelve a mostrarse
evidente. No obstante terminará desapareciendo en un estrechamiento del barranco.
Desde aquí nos veremos obligados a cruzar el cauce con frecuencia, siendo la
intuición la que nos guiará por la mejor opción. Habrá que fijarse en los
desniveles de las laderas; pues cada vez que sobresalen en una vertiente,
automáticamente el sendero salta a la otra.
El sendero como tal a veces es
una estrecha y confusa senda entre los árboles y a veces parece casi un camino
estrecho. En todo caso el avance es fluido salvo por los citados pasos del río.
Paramos aquí y allá para disfrutar del contraste entre el río y el otoñal
hayedo. Tras varios kilómetros las hayas van siendo cada vez menos dominantes y
van dando paso a robles, árboles de ribera y vegetación arbustiva.
Finalmente este tramo más agreste
termina junto a un depósito de agua; que encontramos al otro lado del arroyo.
Pasamos junto al mismo y tomamos el camino que le da servicio. El paisaje se
abre sensiblemente. Poco a poco el sendero se va alejando del arroyo acompañado
de esbeltos robles hasta acabar llegando de nuevo a Palazuelos, justo a la
altura de la iglesia.
Comentarios
Ruta muy interesante al poder
caminar junto a un torrente y estar acompañados de hayedo durante varios kilómetros.
La dificultad estriba en la distancia total y en cierta concentración necesaria
para cruzar el arroyo al menos una docena de veces. Es probable que exista un
enlace directo desde el camino de la ladera umbría hasta el cauce, con lo que
se conseguiría reducir la distancia total y evitar el tramo más insulso.
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Track del recorrido para GPS (pulsa en el círculo verde para más información)
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Vídeo con imágenes del recorrido:
1 comentario:
Bonito recorrido por preciosos bosques llenos de robles, hayas , piceas y abetos. El tramo paralelo al río está señalizado con cintas de plástico y spray rojo lo que facilita el vadearlo. Recomendable en días de calor
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