Desde el camino que conduce a
Ochate ya se puede distinguir, si se sabe hacia dónde mirar, el pueblo de San
Vicentejo y, especialmente, su conocida ermita románica de la Purísima
Concepción. Este pueblo se ubica por el paso principal que comunica Treviño con
Vitoria (no en vano estamos a unos 10 kilómetros de dicha ciudad).
Estamos sin duda ante una los
templos románicos más interesantes de toda la provincia. El edificio, como
algunos otros de su categoría, destaca desde el primer momento por la impresión
general de armonía y calidad de construcción. A ello contribuye también el
hecho de que se encuentra algo apartada del casco urbano, sin interferencias
que dificulten contemplar su perímetro.
No obstante, aunque la nave y la
portada, más bien sencilla con sus siete arquivoltas, se limitan a cumplir este
patrón, el conjunto del ábside muestra multitud elementos originales que el
maestro logró incorporar con gran habilidad, como si quisiera demostrar hasta
donde llegaban sus dotes.
Dividido en cinco tramos,
separados ya por curiosos contrafuertes de base poligonal, en cada uno de ellos
observamos arcadas apuntadas; estando los tres centrales ocupados por ventanas
abocinadas. Por encima de las ventanas aparecen curiosos resaltes decorados,
apareciendo en uno de ellos dos misteriosas figuras. Por encima de los resaltes
el constructor diseñó una culminación a base de una complicada arquería de
arcos ciegos trilobulados, integrando hábilmente capiteles intermedios en el
arranque de cada uno de ellos. La escultura, con base de motivos vegetales, es
sencilla pero muy bien trabajada, demostrando también la alta capacidad del
artista que aquí intervino.
El fuerte contraste entre lo que
encontramos en el ábside y en el resto del templo han hecho plantear a los
expertos el hecho más que probable que el plan original fuese mucho más ambicioso;
teniéndose luego por alguna razón que modificarlo para concluir el edificio de
manera correcta y elegante pero mucho más sencilla. Resulta interesante
imaginar cómo hubiese sido en este caso, aunque nunca lo sabremos.
El interior, al que lamentablemente
no pudimos acceder, obedece a los mismos patrones descritos, aunque con mayor
riqueza ornamental. La originalidad e importancia de San Vicentejo, obra
singular dentro del románico castellano, destaca aún más por la ausencia de
ejemplos de calidad en el entorno; hechos todos ellos que permiten clasificar a
esta fábrica incluso como enigmática.
Cerca de la portada aparece una
inscripción fundacional en cuya interpretación, en general, se tiende a aceptar la fecha de
1162, aunque pudiera ser algo posterior. Dentro de las teorías explicativas
acerca de las relaciones de este templo, parece estar vinculado con el románico
borgoñón, con lejanas similitudes a lo que encontramos en algunos puntos de los templos de Oña y Cardeña.
Más información en la web Románico Digital.
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